11/11/08

Documents per al debat sobre Historia de Barcelona

Per anar fent marro, reprodueixo l'article que Lluís Permanyer va dedicar, l'1 de novembre de 2006, al llibre sobre Barcelona de Fernández-Armesto, molt crític. Encara que alguns dels errors que palesa són potser d'aspectes una mica anecdòtics d'altres són força gruixuts. L'article es pot consultar a l'Hemeroteca de La Vanguardia, que ara és d'accés lliure.


També hi ha d'altres articles que lloen el llibre, n'aniré buscant per contrastar el tema.


Fernández-Armesto és un historiador de molt de prestigi, malgrat això, fill del conegut periodiste Augusto Assia (pseudònim) i d'una historiadora també molt remarcable, Maria Victoria Fernández-España (no feu broma, ep). Una família d'intel·lectuals gallecs, brillant i conservadora (Fernández-España va anar a les primeres llistes per Alianza Popular, en els setanta), que va residir força temps fora d'Espanya, Assia va ser corresponsal de La Vanguardia crec que des d'Alemanya durant anys i va morir molt gran, amb noranta-set anys, el 2002. Els qui som una mica grandets recordem força el prestigi d'Assia i les seves cròniques, que la gent comentava i sobre les quals també es polemitzava.


Personalment, crec que malgrat les errades hi ha aspectes interessants i desmitificadors en aquesta Historia de Barcelona. En continuarem parlant.



LLUÍS PERMANYER (La Vanguardia, 1/11/2006)


En 1991 Felipe Fernández-Armesto publicó una historia de Barcelona vertida ahora al castellano; era el momento oportuno, al igual que a renglón seguido dedicó dos libros a Colón (quinto centenario) y en 1995 otro sobre el Milenio. Nada que objetar; no hay más que exigir
que el historiador aborde con seriedad los temas. Enel caso que meocupa, es de lamentar que esto no haya sucedido.

No polemizaré sobre sus reiteradas interpretaciones negativas de la ciudad, que parecen haber sido escritas por un militante de la oposición (llevar la contraria por sistema y sin brillantez); ni sobre su sesgada interpretación de los elogios cervantinos; ni sobre el desconocimiento de Cerdà y su Eixample, lo que le lleva a pasar casi de puntillas sobre el segundo hito urbanístico de la historia; tampoco polemizaré sobre si la construcción de la Vila Olímpica fue unvandalismo arqueológico-industrial. Me limitaré a citar, a modo de ejemplo, ciertos errores, algunos humanos y comprensibles, mientras que otros evidencian, por desgracia, una forma de trabajar. Nombres mal escritos o inexistentes, que nada tienen que ver con el caos provocado al citar sin criterio la toponimia catalana y castellana o los nombres propios, sean o no de persona: Can Carabass (Carabassa), plaza Trapiners (Traginers), Nuevo Vulcán (Vulcano), La Maquinària Terrestre (La Maquinista Terrestre y Marítima), Bartolomeu Robert (Bartomeu), Ignasi Girona (Manuel), Lleó Morena (Lleó i Morera), Josep Llupinol (Llimona), J. Torres García (J. Torres i Grau), Puig i Guiral (Puig i Gairalt), Casa Guarto (Guarro), Myrurgas (Myrurgia), Yllescas (Illescas), Martí Angelón (Manuel).


He aquí una muestra de errores varios. Atribuir la avara povertà esgrimida por Dante a una descalificación contra los catalanes es un error tan común y craso como endilgar a Cervantes aquello de “con la iglesia hemos topado”. La galera real, que no ceremonial, no forzó la altura de la nave ni es ésta del siglo XIX, sino del XVI y fue reproducida en 1970. El ferrocarril de Mataró no fue el primero de España, sino de la Península. El palacio Moja no alberga una librería de la Generalitat, pues ésta sólo ocupa una muy reducida parte de las cocheras, mientras que el resto del edificio contiene dependencias de una conselleria. Alfonso XIII nunca regresó del exilio; fue Alfonso XII. El municipio no se hizo cargo de la fiesta de la Mercè en 1697, sino en 1870. Los proyectos del Eixamplemás aclamados no fueron los de Rovira i Trias y de Cerdà; sólo lo fue el de aquél, que resultó escogido por el ayuntamiento, mientras que el de Cerdà no sólo no fue aclamado, sino condenado a ser expuesto en sala aparte. En 1869 no cayeron más murallas, sino la Ciutadella. El pasaje Permanyer no estuvo muy de moda entre los artistas, ni tiene una ornamentación recargada y tampoco es pretencioso. El Liceu no se inauguró en 1848, sino en 1847. Güell no adquirió los títulos de vizconde y de barón, sino que el Papa los concedió a sus hijos por haber donado su piel para curar a unos obreros accidentados. El monumento a Joan Güell no era municipal, sino levantado por suscripción pública. Un señor de Barcelona no son las memorias de Pla, sino las de Puget. El PSOE no fue fundado en Barcelona, sino en Madrid. En el atentado contra Martínez Campos no estalló una bomba, sino dos. Las marquesinas de las estaciones del metro de París no son de Horta, sino de Guimard. El proyecto para acabar la catedral no lo escogió el cabildo, sino aquel Girona que lo pagaba: Manuel, que no Ignasi. La Pedrera no quedó inconclusa a causa de la Setmana Tràgica, sino porque no gustó a los Milà, la escultura de Mani. Los mosaicos del Palau no son de Bru, sino de Maragliano. El café Torino no fue derribado en 1934 para abrir la joyería Roca, sino en 1911. Ningún Folch i Torres fue arquitecto, pero ignoro con qué profesional lo confunde. Primo de Rivera no fue gobernador militar de Barcelona, sino capitán general de Catalunya. La casa Bloc y la joyería Roca no tenían que ver con el Gatepac, sino con el Gatcpac.


Errores achacables sólo a la edición española: la dictadura de Primo de Rivera no acaeció en 1932, sino en 1923. El Hotel Internacional no se edificó en 33 días (tampoco en los 53 que indicaba la edición inglesa), sino en 58, según la investigación del arquitecto Joan Bassegoda. A la frase célebre de Torras i Bages (“Cataluña será cristiana o no será nada”), le sobra la última palabra. La evolución de Barcelona emprendida en 1991, un modelo que no deja de ser citado y comentado, es una realidad que contradice algunas de las tesis del autor.


QueCabrera Infante juzgue este libro como“ una delicadísima página de la historia”es una licencia propia de un novelista, que no merece que se la tengamos en cuenta. Pero que sir Raymond Carr le dedique sus elogios pone de manifiesto el buen funcionamiento de la sociedad limitada de bombos mutuos o su ignorancia sobre Barcelona.

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Augusto Assía era un dels col laboradors mes interessants de la història de La Vanguardia, però el llibre del seu fill no està a la seva alçada... S´hauria de reflexionar sobre el que diuen els hispanistes de fora, que no és molt digne de ser tingut en compte, pel que puc veure... Em recorda aquests que citen la premsa extrangera per compendre coses que des de aquí mateix es poden entendre millor. El típic provincianisme que caractritza aquesta terra.

Júlia ha dit...

El provincianisme continua amb molt bona salut, certament.