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Lluïsa de Prússia



Fa algunes setmanes vaig dedicar l'ENIGMA a la reina Lluïsa de Prússia. Enguany se celebra el segon centenari de la seva prematura mort. Al diari 'La Vanguardia' es va publicar el dia 28 aquest article de Rafael Poch sobre la reina, que reprodueixo per si pot ser del vostre interès. En ell es parla també de 'l'altra Prússia', un país molt diferent del que ens sembla a través, sobretot, de la propaganda francòfona napoleònica o dels desgraciats esdeveniments que han sacsejat Alemanya durant el segle XX. Encara que també els nazis es van voler apropiar d'una figura tan atractiva, com sol passar...


Luisa, el mito prusiano
Alemania rememora a la reina más popular de la dinastía Hohenzollern
RAFAEL POCH - Berlín Corresponsal - 28/03/2010

Diversas circunstancias, reales algunas, inventadas por la razón de Estado otras, convierten a la reina Luisa de Prusia (1776-1810) en el personaje más popular de la dinastía Hohenzollern, una especie de lady Di de su época. Berlín le dedica ahora una exposición que tiene que ver, por un lado, con el 200. º aniversario de su prematura muerte a los 34 años, y por otro, con la recuperación de la herencia prusiana que Alemania practica desde hace algunos años, redescubriendo al Estado que fue matriz de la unificación alemana y que concluyó su existencia en febrero de 1947. Frente a aquella Prusia, militarista y demonizada, ahora se presenta otra tolerante, acogedora de hugonotes y honrada, la de Humboldt y Hegel. La reivindicación de la reina Luisa tiene que ver con esta rehabilitación.

Luisa nació y vivió en una de esas épocas de grandes cambios contra las que advierte Confucio; desde la Revolución Francesa hasta la invasión napoleónica, las derrotas prusianas en Jena y Auerstedt y la paz de Tilsit, que Bonaparte impuso a los Hohenzollern como un dictado. Políticamente Prusia era, al lado de Francia, un bárbaro erial absolutista, pero reformistas como el barón de Hardenberg, gran amigo de la reina y autor de la frase: "Majestad, debemos hacer desde arriba lo que los franceses han hecho desde abajo", lanzaron profundos impulsos modernizadores.

Hija del duque de Mecklenburgo-Strelitz y de una princesa Hessen-Darmstadt, Luisa se había casado con 17 años con el príncipe heredero Federico Guillermo. Entre 1794 y 1803 tuvo siete hijos. Uno de ellos fue el primer emperador del imperio alemán, Guillermo I. Otra hija, Carlota, fue zarina de Rusia al casarse con Nicolás I. Su nieto, el káiser Federico III, se casó con la primogénita de la reina Victoria de Inglaterra. Muchos rasgos de la joven reina la hicieron reconocible y próxima al nuevo espíritu burgués de la época: se casó por amor, fue una madre entregada y solícita; desde el principio hablaba de tú con su marido el rey, y su familia fue ejemplo nacional de armonía. Además, era bien parecida y demostró carácter.

Cuando su marido, ante el desastre de la derrota, pensaba en abdicar, ella avivó el fervor antifrancés. Su encuentro con Bonaparte, sin el rey, el 6 de julio de 1807 en Tilsit, fue un episodio históricamente intrascendente. La hagiografía lo convirtió en decisivo intento de lograr la supervivencia de Prusia, jugando con el efecto que sus encantos podían tener en el corso. Después de eso, su muerte por pulmonía, el 19 de julio de 1810, en vísperas de la victoria, la convirtió en heroína nacional. En 1813, año de liberación, su marido instituyó una nueva condecoración militar, coincidiendo con el cumpleaños de la fallecida, la Cruz de Hierro, aún vigente en el Bundeswehr. En los años treinta, Luisa dio nombre a una asociación femenina filonazi. Un bonito sepulcro, joya del neoclasicismo alemán, es lo que quedó.